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La Hora Décima
 
Versos de un novicio de la Compañía de María
Madrid, 1967

A mis Superiores del Noviciado Marianista de Santa María de Gredos, los reverendos padres Albino Andrés y Victoriano Mateo, junto con

D. Vicente de Juan y D. Gregorio Segura.

  Con mi más respetuoso y emocionado recuerdo.

LA HORA DÉCIMA

   "Era como la hora décima."    San Juan I- 38, 39

Muchas veces, Señor, a la hora décima

-sobremesa en sosiego-

recuerdo que a esa hora, a Juan y a Andrés

les saliste al encuentro.

Ansiosos, caminaron tras de Ti...

 

-¿Qué buscáis...?

Les miraste. Hubo un silencio.

El cielo de las cuatro de la tarde

halló en las aguas del Jordán su espejo

y el río se hizo más azul de pronto,

¡el río se hizo silencio!

 

-Rabbí -hablaron los dos-, ¿en dónde moras?

-Venid y lo veréis.

       Fueron y vieron.

... ... ... ... ... ... ... ... ... ...  ...

 

Muchas tardes, sonando la hora décima,

salgo a buscarte, Nazareno.

Yo no soy pescador ni tengo redes

como en Betsaida los primeros,

pero quiero aprender cuanto dijiste

y mi estandarte hacer con tu Evangelio

y contarlo a las gentes inflamándoles

el corazón con tu divino fuego...

La ciudad con sus calles y los pasos

de la sierra están llenos

de tu Gracia, por tantos ignorada

y que me quita el sueño si la pierdo...

-¿Adónde vas, Jesús? ¿Cuál es tu Casa?

-Sígueme y lo verás.   

         Y ando y no veo

porque te desvaneces a la vuelta

de la primera esquina y estoy ciego

de querer verte. Aunque de pronto noto

que vienes a mi lado si en Ti pienso...

-Señor... ¿en dónde vives?

-Ven y verás.

          Y yo te sigo y siento

que estás... ¡en todas partes!

¡y que es tan fácil ser tu compañero!

Al sol de la hora décima, lo mismo

que a Juan y a Andrés -es Juan quien da fe de ello-,

lo mismo, cada vez que yo te busque,

Señor, ¡sal a mi encuentro!

                ORACIÓN DEL INDIO DEL CUZCO

         - A nuestra Señora de Copacabana del Lago,

                              en la Nochebuena-  

                   

        *Poema -sobre una breve oración del poeta argentino

      Rafael Jijena- estrenado por el autor en La Paz (Boli­via),

                                     en la Navidad de 1938.

                                      

 Del Cuzco vengo, del Cuzco.

 -¡Mamay...!-.

 Del Cuzco de luna y barro,

 por verla a Usted, Mamay Virgen,

  -¡Mamay...!-

 Nuestra Señora del Lago...

 

El sol arriba, tan cerca...                                   La mar lejana, allá abajo...

Un día entero en el bote,

solito, vengo remando,

como mis abuelos iban

con San Francisco Solano;

él, violín y crucifijo;

ellos, desnudos y bravos

-retal de Lima en las ingles,

plumas de cóndor el casco-,

como mis abuelos iban

-guerreros del Altiplano-

por ver en Copacabana

la estrella de los cristianos...

 

Del Cuzco vengo, del Cuzco

-víspera de Navidad-,

por decirle a Usted, María,

Mamay Virgen Copacá,

que me ponga bueno al hijo

que nadie puede curar;

que está con el mal que dicen

de la puna un año ya...

 

Usted, carita de nieve,

ponerlo bueno sabrá

porque Usted quiere a los quichuas

igual que a los aimarás,

pues hay paz desde que Usted

nos mira desde su altar...

 

 

Belén de Copacabana

de plata y oro el Portal

con nieve del Illimani,

para el invierno evocar,

donde cantan las cholitas

del huaino lento al compás,

los villancicos de España

que nunca se olvidarán...

"EN EL PORTAL DE BELÉN

LOS INDIOS HACÍAN CHICHA

PARA OBSEQUIAR A LA VIRGEN

QUE AL HIJO DE DIOS PARÍA..."

 

Si me pone bueno al niño,

a Usted no le han de faltar

más velas que en los palacios

prendía el virrey Amat.

Si Usted me lo cura, Madre,

Mamay Virgen Copacá,

prometo quedarme pobre

por verla rica en su altar

y nunca "chakchar" más hojas

de coca, nunca jamás,

como el mayor sacrificio

que un indio puede ofrendar...

                  

Mamay, mi cholita virgen

-¡Mamay...!-.

Mamay, por mi niño enfermo...

Yo no entiendo de arzobispos

 -¡Mamay...!–,

pero... de Usted sí que entiendo.

 Y esta noche es Nochebuena…

-¡Mamay...!-

¡Del Cuzco remando vengo...!

                                                           Perú, 1938. 

La virgen rezando.jpg

Pedro Sánchez García-Esteban, Pedro de Valencia,  (Valencia
1902 - 1971), Anunciación, (1929).

Jose Arnaldo copy right foto.jpg

De plata del Potosí

dos macetas compraré

si me pone bueno al hijo,

indio, igualito al de Usted;

que Usted, Madre, es española

y el niño, quichua de cara.

Yupanqui, el indio Yupanqui,

los esculpió de esta traza:

imperio que no se rompe

porque es un imperio de almas...

El sol del alto Perú

dicen que es como el de España,

por donde nos vino un día

el crucifijo y el habla...

Villancico truje, Madre,

un villancico peruano

para que aprendan también

en la Bolivia a cantarlo.

Truje, para acompañarme,

mi alegre y viejo charango

con los gritos musicales

de mis Incas en los labios...

Del Cuzco vengo, del Cuzco,

remando solo, remando,

por verla a Usted, Mamay Virgen,

que ya esta noche es el parto

y estará Usted sin ponchito

para tapar al muchacho...

...continúa en la columna de la derecha...

José Arnaldo Sabogal Diéguez (Cajabamba, Perú, 1888 - Lima, Perú, 1956), 1920.

Notas:  

MAMAY: diminutivo cariñoso de madre. 

PUNA: enfermedad de la altura, ahogo.

CHARANGO: instrumento musical parecido a una pequeña bandurria.  

HUAINO: música y baile populares de Bolivia, Perú y Ecuador. 

CHICHA: bebida típica fermentada. 

CHOLlTA: muchacha.

CHAKCHAR: mascar sin tragar  hoja de coca. 

COPACABANA: mirador de la Piedra sagrada, en idioma quichua.

 

EL SILENCIO

 

"El silencio en La Trapa es la más alegre algarabía que los hombre pueden sospechar.

 En el mundo, debido a que todos hablan a la vez, nadie se entiende; en cambio aquí nadie habla y se entienden tan bien. Callemos. Guardemos silencio, pues en él hallaremos, si sabemos buscarlo, nuestro tesoro, que es Dios." Fray María Rafael Arnaiz (monje trapense).

Amo el silencio; aún más, la soledad.

Soledad y silencio en vivo abrazo.

Amo el silencio. Y qué difícil es

el buen callar viviendo acompañado,

si en torno mío zumban las palabras

y se habla por hablar... Y sin embargo...

Amo el silencio; pero si alguien viene

junto a mí y cuchichea, oigo ¡y no callo!

porque me arrastra a responder y rompo

el silencio y me siento fracasado

cada vez que, sin ser para rezar,

hablo con los Hermanos.

O aún peor cuando, a veces, soy yo mismo

el que inicia, provoca y abre el diálogo...

¡Qué torpe guardador soy del silencio!

¡Qué torpe! Y sin embargo...

¡amo el silencio! Así, qué bien que se escucha

la voz de Dios que nos está llamando

y nos dice mil cosas

desde la celda de oro del Sagrario

con esa voz indescriptible y única

de sus divinos labios...

¡Qué voz la voz de Cristo! La voz misma

que oyeron Pedro, Juan, Andrés, Santiago;

la voz inesperada, enamorada,

que derribó a las puertas de Damasco

al que iba a ser apóstol  de gentiles:

-Di: ¿por qué me persigues, Saulo, Saulo...?

¡Qué voz la voz de Cristo en el silencio

desde el altar o en el pinar cercano,

o en "el Estudio" sobre el libro abierto,

o en nuestra celda cuando descansamos...!

Tan sólo se le escucha si sabemos

permanecer callados...

¡Ay, silencio! Me quiero enamorar

de ti, silencio, estar de ti embriagado,

quererte santamente pues contigo

puedo llegar del Cielo a lo más alto

donde te apagas tú para cederle

a la música paso,

a los laúdes y arpas de los ángeles

que siendo yo pequeño me acunaron,

pues no hay niño en el mundo que no tenga

en torno a él cien ángeles cantando...

¡Ay, silencio, silencio, ciérrame

la pecadora boca con candados!

Despréciame y acúsame ante Dios

si es que te doy la espalda y hablo y hablo...

Sólo quiero escuchar

las sedantes palabras del milagro,

la voz de Cristo -"No temáis, soy yo..."-

mientras a pie camina sobre el lago...

Y allá, en el fondo, al ritmo de las olas

de mares imposibles, por lejanos,

impregnando mi sangre levantina

de aquel perfume de algas no olvidado...

... continúa en la columna de la derecha...

La VIrgen Lavando 2.jpg

Pedro Sánchez García-Esteban, Pedro de Valencia, La Virgen  lavando (1928).

Pero ya nada más. Todo aquí tiene

la austeridad del predio castellano;

y siempre este silencio, siempre, al pie

de la sierra del feudo teresiano,

en sueño y en vigilia el corazón

de paz acompasando...

Dime, Madre sin par, Santa María

de Gredos, dime si es que lo he inventado

o si es verdad que Tú, a la medianoche,

vienes por los atajos

y atraviesas los muros y ventanas

del marianista noviciado

y nos dices a todos -entre sueños-

como en Caná dijiste a los criados:

-"Haced lo que Él os diga..."

Y tus palabras, Madre, son mandato.

-"Haced lo que Él os diga..."

Y no hace falta hablar... Todo está hablado.

Todo es cuestión de amar, de enamorarse

del gran silencio que habla a los cristianos,

porque calladamente el Evangelio

hasta entre líneas dice tanto, tanto...

¿Para qué quiero más, silencio mío?

Silencio, no me dejes de tu mano

y que anden corazón y pensamientos

sin una voz hacia el azul intacto...

¿Para qué quiero más si la elocuencia

mejor no es la que nace de los labios...?

 

¡Ay, soledad sonora del poeta!

¡Ay, lengua atada en celestial descanso!

¡Ay, silencio, qué bien me estás haciendo

desde que te conozco

y, fiel a ti, medito y sueño y ando...!

*El poema está publicado en la revista NUEVA ETAPA (Época III - Núm. 32 - Febrero  1967), de la Universidad María Cristina -El Escorial-.

MI ARCÁNGEL RAFAEL

Mi Arcángel Rafael, del que llevo su nombre,

guía de los caminos, Medicina de Dios.

Mi Arcángel Rafael, que en los tres continentes

de mis andanzas, siempre sus alas me prestó...

Mi Arcángel Rafael me lleva de la mano

a sentarme en la Cena del Jueves del Señor...

Yo escucho su sandalia delante de mis pasos

cuando avanzo buscando la Santa Comunión...

Mi Arcángel Rafael sabe mis viejas penas

y me ahorra mil lágrimas cuando le invoco yo...

Él tan sólo me pide la blancura en el verso,

la pureza en la idea, la ternura en la voz...

Hoy le tengo a mi lado, sonriendo, regalándome

seguridad y fuerza para mi corazón.

 

                                    

2-3 Enfermeria Chami mayo 1967 rec.jpg

Duyos, en la enfermería del Colegio Chaminade, Madrid (1967).

¡Mi Arcángel Rafael -medicina y camino-

a mí, galeno y poeta según cuentan que soy,

me ha dejado sus alas -cuando, por ser soldado

de María, ya ha vuelto la alegría a mi son-,

me ha dejado sus alas de nuevo en este día

porque pueda asomarme aún más allá del sol,

me ha dejado sus alas -¡veinticuatro de octubre!-

para volar muy alto ¡donde todo es Amor!

A SANTA MARÍA DE GREDOS

(Oración en el camino de Las Majadas)

Zagalilla pastora

que estás en Gredos

y no temes ni brumas

ni ventisqueros...

Zagalilla pastora,

quiero ir contigo

allá donde la nieve

duerme en los picos.

Todas las tardes cruzas

por los pinares

y yo salgo a tu encuentro

por preguntarte:

 

¿Adónde vas corriendo,

mi Zagalilla?

¿Qué rebaño es el tuyo

montes arriba?

Pastora de mi ensueño,

¿cómo te llamas?

¿Valle, Rosa, Camino,

Pino, Montaña...?

¡Todos los nombres juntos!

-murmura el viento-.

Mas, por mejor nombrarla,

¡llamadla Gredos!

María, la de Gredos,

¡salve, María!

Este hogar, a tu sombra,

¡qué bien cobija!

A Luna y Sol apagas

con tu presencia...

"Como una niebla cubres

 la tierra entera..."

¡María, la de Gredos,

sea esta casa,

por serlo de tus Hijos,

mi "Domus aurea"...!

 

Y, vaya donde vaya,

yo siempre diga:

¡María, la de Gredos!

¡Tú eres mi guía...!

Zagalilla pastora,

¡quiero ir contigo

de tu mano a las puertas

del Paraíso!

Pilar, Consuelo, Amparo,

Remedio, Carmen,

Nieves, Rocío, ¡GREDOS!

¡Tú eres mi Madre...!

   Jueves,  3 de marzo  de 1966.

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