La Chata en los toros
-Romance de la Infanta Isabel-
Juan Laurent Minier (Borgoña, 1816- Madrid, 1886), Plaza de toros de Goya, Madrid.
Vicente Palmaroli (Zarzalejo, España, 1834, Madrid- 1896), Retrato de Isabel de Borbón y Borbón (1866), colección del Palacio Real de Madrid.
-¡De prisa, que no llegamos!
¡Quiero la mantilla blanca!
¡Qué runrún por los salones
del palacio de Quintana!
Mayo y tarde dominguera.
En el piano, una sonata
se le deshace en los dedos
gordezuelos a la Infanta.
-Maestro Saco del Valle:
tanto Beethoven me cansa.
Te lo digo sin rodeos;
Chopin sí me llega al alma.
Siempre se lo pido a Emilio
Serrano: "Cuando me traigas
algún artista infantil,
quiero música romántica.
Como Aroca el otro día,
o como en cosas de España
el niño Lucas Moreno
con la Danza Diez..." ¡Caramba,
son las cuatro menos cuarto;
no llegamos a la plaza!
Maestro, mientras me visten,
tecléame tú la danza.
Juanita Bertrán de Lis
-que hoy está malhumorada-
va y viene por la saleta.
Se turna con su otra hermana.
Mañana vendrá Margot,
siempre alegría en la cara...
Juanita, incansable, ordena:
-El coche a las cuatro.
Pasan
las doncellas con el traje
de Su Alteza -lila y grana-,
con encajes de Bruselas
apretando cuello y mangas
y rematando la orilla
manola de la gran falda.
Mientras la visten, no cesa
de hablar la señora Infanta:
-Dame el abanico verde
de Mercedes, mi cuñada;
el que ella llevó a los toros
cuando era Reina de España.
No. No quiero ese collar.
Ni esos pendientes. No. Nada.
Unos claveles prendidos
en el pelo, ¡y a la plaza!
Recuerda que Romanones
viene a merendar mañana
y que el martes bajaremos
a la Pradera. Me encantan
las rosquillas de la "tía
Javiera". Como soy "gata",
me pirro por ir al Santo
y mezclarme en la jarana
de los puestos de botijos
y pitos... Vamos, ¡en marcha!.
Venga, de prisa, ligeras,
¡que las cuadrillas no aguardan!.
-¡Armas a Su Alteza Real...!-
grita el teniente de guardia.
........Continúa en la columna de la derecha........
Mariano Fortuny y Marsal (Reus, 1838-Roma, 1874), La corrida de toros (1869)
Federico Madrazo (1815–1894), Retrato de la Infanta Isabel de Borbón (1880), Colección del Palacio Real de Madrid.
Flecha de seda y charol,
sale el "milord" de la Infanta
y a ritmo de pasodoble
van las yeguas alazanas
llevando a Doña Isabel
de Borbón casi en volandas.
Princesa, Bailén, Mayor,
Alcalá...
-Dame el programa.
Hoy torea mi torero.
¿Cuál es tu torero, Juana...?
-El mío es "El Gallo", Alteza.
-¿"El Gallo"? ¡Quién lo pensara!
Torero gracioso, pero
no te arriendo la ganancia.
Yo, del "Chico de la Blusa",
que a serio nadie le gana;
y del "Machaco" las tardes
en que esculpe la estocada.
Tú, los toros no los hueles...
Cuando iba con Lola Nájera,
que era del "Bomba", no quieras
saber, ardía la plaza...
Yo, siempre de los valientes
que en las puntas de las astas
se dejan, tarde tras tarde,
la chorrera almidonada.
Yo, de los toreros machos...
Hija, ¿qué quieres? Soy maja
como me alumbró mi madre...
¡Mira, mira! Antonio Maura...
Me choca... ¡Adiós! ¡Cuánta gente!
La reina se queda en casa
pretextando una jaqueca...
¡Los toros la asustan! ¡Vaya,
ya estamos! ¿Y mi abanico...?
Junto al coche de la Infanta
la gente se arremolina.
-Buenas tardes. Muchas gracias...
¿Qué tal, Arbós, a los toros...?
No faltaré esta semana.
Quiero asistir al estreno
que anuncias de ese tal... Falla.
¿Qué hay, Benlliure? ¡Hola, Tamames!
¡Con Dios, duque de Veragua;
ya sé que los toros que hoy
se lidian, son de tu casa...!
Abren paso como pueden,
los de la Guardia Montada.
-¡Quitasoles! ¡Abanicos!
-¡Almohadillas y naranjas...!
-Hola, empresario, ¿contento?
Vengo yo sola... ¡más ancha!
El rey me envía en su nombre...
La reina se encuentra... mala...
Sí. Sí. Que me brinden toros.
No. No. Al contrario, me agrada...
Ya traía, en previsión,
tres pitilleras de plata...
La Infanta llega a su palco
y, al entrar, toda la plaza
puesta en pie la vitorea
batiendo alegre las palmas,
mientras la Marcha de Infantes
resuena en las gradas altas
y el sol pone al rojo vivo
las barreras encarnadas.
En la andanada del "tuesten",
con popular algazara,
los "morenos" se alborotan
y gritan: ¡Viva la Chata!
La Infanta, por popular,
como el que más, tiene su alias...
Y en los tendidos de sombra,
las cabezas inclinadas
se rinden por un segundo
ante su augusta mirada.
.......Continúa en la columna de la derecha.....
Víctor María, “Vitín”, Cortezo (Madrid, 1908-1978), colección familia Duyos
Víctor María, “Vitín”, Cortezo, colección familia Duyos
La tía del Rey saluda
con sus manos enguantadas,
como diciendo:"Muy buenas
tardes", sin darle importancia.
Parece ella el presidente
cuando agita -seda blanca-
el pañolito real,
complacida y campechana.
Cuando se sienta Isabel,
resuena el clarín de plata
y, entre un clamor, las cuadrillas
cruzan la arena dorada.
"Pastor, Machaco y El Gallo",
¡un trío de rompe y rasga!;
La Almudena, la Mezquita
y un remate de Giralda,
que, aunque el Gallo es madrileño,
tiene andaluza la savia...
La corrida se desliza
bien y mal... ¡una de tantas!
Sólo Vicente Pastor,
al bicho que rompe plaza,
mete el sable recibiendo
y la ovación es de gala...
El Machaco mata bien,
porque... matar, siempre mata...
Brinda a María Guerrero
su segundo, y la estocada
se queda en lagartijera,
media en la yema, sin trampa...
No es como la de la tarde
ya famosa, pero basta.
Doña Isabel de Borbón,
tras de la regia baranda,
bulle, ríe, palmotea
y hasta jalea en voz baja,
y rompiendo el protocolo
más de un olé se le escapa,
con el acento chispero
que suspira en su garganta,
cuando Rafael el Gallo,
tras su clásica "espantada",
se adorna por bulerías
con la larga afarolada...
......Continúa en la columna de la derecha.......
Por un momento, Isabel,
al "enemigo" se pasa
y aplaude al hijo de "la
Gabriela" el lance de capa...
No hay que negarle la sal
a aquel que la sal derrama...
La Infanta, luego, al salir
-la tarde ya de oro y malva-,
desde Alcalá, por Cibeles,
remonta la Castellana.
Dan unas vueltas... Por Génova
suben después hacia casa.
En Glorieta de Bilbao,
al pasar, piden horchata
de un puesto en que se le antoja
beber... No pueden pagarla.
No llevan ni un perro chico.
¡Apuros de la Azafata...!
-Mi lacayo es previsor...
Anda, Marcelino, paga
como el día del tranvía
que nos subimos sin blanca...
¡Yo siempre voy sin un céntimo!
-¿Pagarme? ¡Está convidada!
Yo estoy "pagao" ya tan sólo
con verla a "ustez" en mi casa
y con poner un letrero
"Proveedor de la Infanta"...
La Infanta y el horchatero
ríen de muy buena gana...
Palmoteos. Sombrerazos.
El coche sigue su marcha.
-¡Fijaos, la Infanta Isabel!
-¡La Infanta Isabel! ¡ Miradla!
Cuando llega, oscureciendo,
al Palacio de Quintana,
un organillo, en la esquina,
con su ritmo alegre canta
notas de "El cabo primero",
mientras presentan sus armas
al paso de la Señora
los soldados de su Guardia.
La Infanta Isabel de Borbón y el Presidente de Argentina Figueroa Alcorta, partiendo en carruaje desde la Dársena Norte de Buenos Aires (1910).
-¡Vamos que hay cena en Palacio!
¡Y en el Real, La Traviata!
Como siempre, llegaremos
al acto segundo... ¡Vaya!
Se me olvidó preguntar
a la empresa de la plaza
para el domingo que viene
qué corrida nos prepara...
¡Cómo ha estado mi paisano!
No me negarás, mi dama,
que este Vicente Pastor
es el que manda en España...
Se entiende, después del Rey...
Vicente es hombre sin trampa;
me gustan esos toreros
que juegan a todo o nada...
Averigua quién torea
la próxima tarde, Juana.
Yo quizás no pueda ir...
¡Con eso de ser Infanta!
¡Demonio del protocolo!
Y yo soy protocolaria,
¡que conste!; pero es que hay días
en que me da mucha rabia
no poder ir como quiera
y donde me dé la gana.
Quisiera el genio de azogue
que tiene mi hermana Eulalia
campando por su respeto
sin atenerse a programas;
o ser como Paz, tranquila
en su Babiera romántica...
¡Id despacio, no vayáis
a romperme las enaguas!
No me petan estas modas
con la cintura tan baja.
¿Cómo dices? Sí, sí, claro.
la noche es noche de alhajas;
quiero el collar de chatones
y ese broche de esmeraldas...
Quiero "epatar" a esa tonta
de Embajadora de Francia...
En fin... Vamos a Palacio...
Con lo bien que se está en casa
o, como mi hermano hacía,
cenando por esas tascas
de tapadillo. Era un hombre
que, aun siendo rey, se saltaba
las cosas a la torera..
Sonríe. Empolva su cara
frente al espejo que usó
su madre, la destronada,
y parece suspirar
con una oculta nostalgia
-recuerdos de libertades
por bulevares y plazas-:
-¡Ay, madre y Señora, quién
volver a nacer lograra,
para ser mujer tan sólo,
en ver de nacer Infanta...!
Unos minutos después,
con sus sobrinos estaba.
Alfonso Trece la embroma:
-Tía Isabel, te retrasas.
Tú, siempre tan puntual,
¿de dónde vendrás, tunanta...?
-Sobrino, me siento "Isidra",
y este Madrid nuestro daba
gozo y no era cosa de
meterse tan pronto en casa.
¿Los toros? Ni fu, ni fa...
Eso sí, llena la plaza.
¡Qué calor! ¡Cómo podrán
resistir en la solana!
Menos mal que ya se acerca
mi veranillo en La Granja.
Llevas torcido el borrego
del collar. Siempre te pasa
igual. Deja que yo misma
te arregle.
Ríen. Se abrazan.
Las dos reinas, impacientes,
se acercan para besarla;
la reina madre, tan seria...
la reina joven, tan guapa...
Chicoleo con los nobles,
sonrisa a la diplomacia,
taconazos del saludo,
golpes de las alabardas...
-¡Paso a su Alteza Real
la Infanta Isabel de España!
...................................
Fuera, en la plaza de Oriente,
las violetas pregonaban...
-¡Y..."Heraldo", con la corrida!
¡Del Santo, fresquita el agua!
Y un chavea, un raterillo,
con la colilla apagada,
por calle de Arrieta arriba
decía:
-¡¡He visto a la Chata!!