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 A su esposa María del Carmen
(selección)













 
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                              SIEMPRE

 

Siempre. Toda la vida. Eternamente.

Y mañana y ayer, y luego y antes,

siempre alerta por ti, labios distantes

sin que nadie el amor lea en tu frente.

Fuente escondida tú, secreta fuente

donde sacian mis venas suplicantes

esta sed de caricias enervantes

que hay en mí desde el mayo adolescente.

Ya llevamos por fin la misma senda.

Ya juntamos en una sola hacienda,

nombres y sueños, sangres y manteles...

Mi labio es hablador. El tuyo, mudo.

Y hay un SIEMPRE en la cinta de mi escudo,

apretando tu murta en los cuarteles.

 

          Rima XLV del libro “Penumbra”

                     ESE PERFUME

Ese perfume de tu piel que inunda

los poros de la mía si te abrazo

deja en mi sueño el venturoso trazo

del rosal que a mi mano se fecunda...

Que otra cosa no soy, sino profunda

semilla, polen sobre tu regazo,

estambre de clavel que aprieta el lazo

que te injerta a mi carne vagabunda.

Hueles, mujer, igual que los jardines

de mi levante moro de azahares...

Hueles, amor, al alga de mis mares

recostada en la arena entre jazmines...

Y a nardo, a murta, a estío en los pinares    

¡y a la espuma que anuncia a los delfines!

Soneto VI del libro “Sonetos de un amor”

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abuela con el libro en el pino de san antonio.jfif

María del Carmen García García- Berlanga, en el jardín de su casa de San Antonio de Requena, Valencia. Álbum familiar.

A la izquierda: Rafael Duyos con su esposa en San Antonio de Requena, Valencia.  Álbum familiar.

                    YA NO HAY ISLAS

Ya no hay islas...

Hemos llegado tarde...

Ya no hay climas.

Hemos nacido ausentes

de nuestra propia vida...

Todo está cerca. No hay distancias.

Donde quiera que vayamos nos miran

y nos escuchan en todos los rincones

y nos llaman desde las más lejanas esquinas...

Por querer que todo sea paraíso,

es un infierno toda la geografía.

No hay quien pueda ocultar un deseo,

ni escribir una carta a escondidas.

No hay iceberg ni bosque tropical

donde esperar la fecha de una cita...

El calendario se ha suicidado,

embriagado de monotonía.

Hielo en agosto. Rosas en diciembre.

Todo es igual: Noruega o Argentina.

Hemos llegado tarde.

La tierra es más redonda cada día...

Todo está descubierto.

Todo tiene su nombre y su consigna.

Aviones y barcos navegan

demasiado deprisa...

 

Ha desaparecido el "esperar", el "llegar tarde",

el "estar lejos", el "no tener noticias"...

todo ese mundo de matiz en flor,

sin cheques, pero con sonrisas...

Sólo hay una esperanza.

Mi silencio de fuego y tu mirada fría,

y el pensamiento alerta de los dos,

en medio de este mundo que agoniza,

pero con una cosa que no cambia:

tú y yo solos, abajo; Dios, arriba...

Y tu amor, tan callado, junto al mío, hablador,

-al margen del asfalto y de la telegrafía-

descubriendo en nosotros, dentro mismo

de nuestro propio corazón... ¡la isla!

 

          Rima XLIV del libro “Penumbra”

                ¿QUÉ VOY A HACER...?

                   -a la esposa muerta-

               

¿Qué voy a hacer, mujer, sin tu cuidado,

cuando noviembre llegue por mis venas?

Ya no estarán en pie las azucenas

que yo cuidaba en tu jardín cercado.

Pero de aquel jazmín que yo he guardado

entre dos hojas de romances llenas,

quedará la nostalgia de mis penas

junto al perfume de tu amor callado.

Y cuando me pregunten: y esto ¿qué era?,

¿para qué esta biznaga mustia y rota

en el cuaderno de tus versos viejos?

...yo les diré que fue...¡la primavera!,

el zumo de unos labios -gota a gota-

sembrando la ilusión de huir muy lejos.

... De huir muy lejos con la fe cautiva

en algo que presiento aunque no veo,

y ascender, ya sin Venus ni Morfeo,

sin humano timón, a la deriva,

para encontrar al fin la senda viva

que me lleve hasta el Cristo en quien yo creo,

sirviéndome tu luz de cirineo,

lejos ya de la tierra, cielo arriba;

mientras insiste aquí la primavera

y alza en nuestro balcón su viejo nido,

nido de alegre amor de primavera

que busca inútilmente mi latido

porque la primavera la he perdido

desde que tú te fuiste en primavera...

 

Primavera de 1962

 

 

*De estos dos sonetos, el primero lo escribió el autor años antes de morir su esposa- probablemente durante su primera grave enfermedad (1952...)- y forma parte del proyecto de libro "La muerte en la mano", iniciado después del verano de 1949.

 

**Los dos sonetos están publicados también en NUEVA ETAPA (Época III - Núm. 36 - Junio 1971), de la Universidad "María Cristina" -El Escorial-, junto al poema "Yo no sé lo que es el mar".

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